Entre polvo y humo

No notaba si hacía frío o no o hacía cuánto tiempo había comido por última vez. La verdad es que nada de eso le importaba ahora.
Estaba sentada sobre algo duro y frío y notaba como polvo en el ambiente. Tenía la mirada borrosa y la cabeza atrapada entre sus antiguos recuerdos y un zumbido seco aterrador se había vuelto su inseparable compañero desde hacía horas.
Notó algo raro, alguien parecía hablarle pero no podía escuchar más que un eco ininteligible y el zumbido agudo en su cabeza. Un hombre vestido con un chaleco reflectante le ponía una mano delante y movía los dedos y le hablaba como muy lejos, desde otra galaxia. 
Ella sonrió por cortesía y, también, porque le vino a la cabeza la imagen de estar en un zoo, pero de barrotes para dentro. Se sentía como un bicho de feria. A lo lejos había varias luces, naranjas y azules. Recordó en alguna parte de su fuero interno que eso podía ser policía y bomberos.
Notó algo frío en el pecho. Miró abajo y vio una mano sosteniendo un estetoscopio. Al final de aquel brazo estaba un joven que supuso que era médico. La verdad es que le daba igual todo dadas las circunstancias. 
El médico hablaba con el hombre que le mostraba dedos y ambos la miraron con preocupación. Luego volvieron a dirigirse a ella aunque esta vez su voz sonaba lejos pera más nítida.

- ¡Vamos a llevarla al hospital! - decía el médico - Puede que tenga una lesión grave en el oído y también hemorragia interna. Asienta si lo ha entendido.
Asentí, más o menos lo había entendido.
- ¡Es un milagro que esté usted viva! - exclamó el primer hombre, Dedos - ¡No había visto a nadie así, debe usted tener un ángel de la guarda muy trabajador!
Sonreía nuevamente. Yo no era muy de creer en los milagros.
El médico me hizo levantarme, Dedos me quitó algo de la mano, lo vi, era una colilla chamuscada y ennegrecida. Miré a mi alrededor, a las ruinas de lo que en otro momento había sido mi precioso apartamento. 
Mientras los dos hombres me ayudaban a caminar, ya que yo notaba todo el cuerpo entumecido, me di cuenta de que esquivábamos muchos cascotes. Mi edificio entero, mi casa, mi hogar, se había venido abajo. Supongo que tenía que dar las gracias por estar en un edificio viejo y antiguo de solo dos alturas, así sólo tenía tres vecinos.
De pronto me di cuenta de que no sabía si estaban bien. Miré alrededor, preocupada. Dedos tiró suavemente hacia delante mientras me chillaba que estuviese tranquila. Sabía que mis dos vecinos no estaban por ser fin de semana pero la señora  mayor del primero seguro que sí, las ancianitas adorables no salen de marcha de madrugada.
Respiré más aliviada cuando la vi sentada en la ambulancia, charlando afablemente con otro médico. Me lanzó una mirada desaprobadora que no entendía en absoluto.
- ¿Qué ha pasado? - pregunté, aunque no me oí y no sabía si realmente estaba en mi cabeza o lo había dicho de verdad.
- Un escape de gas. - dijo Dedos como si fuera algo que pasaba cada diez minutos. - Al parecer uno de sus vecinos dejó el gas abierto y se ha ido llenando el edificio.
Me sentí culpable por haber fumado. Mi madre siempre dijo que el tabaco me mataría. Mira por donde, ahora le iba a tener que decir que no era exactamente así.
- De no ser porque usted encendió ese pitillo habrían muerto durmiendo. Y seguramente hubiese estallado el edificio al llegar cualquier vecino o cualquier chispa. Imagine la cantidad de gas que ha tenido que acumularse.
Siempre había sido mala en física así que no era capaz de hacerme a la idea. Sólo sabía que el tabaco casi nos había matado y casi nos había salvado. Definitivamente, me iba a coger un piso sin gas. Todo eléctrico aunque cuando se fuese la maldita luz tuviese que comer todo frío. Era preferible a tener que vivir con la angustia de cualquier despiste.
Y sí, definitivamente, iba a dejar de fumar.
Le di una patada a un cascote del edificio, me giré a contemplar las ruinas de lo que había sido mi casa y me metí en la ambulancia seguida de mis dos nuevos guardianes. Desde luego, nunca gana una para sustos.

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2 Comentarios

  1. Uff, por poco...
    Pero un final 'feliz', al fin y al cabo.

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    1. Por no dejarlo tan amargo...un final agridulce. Gracias por comentar :)

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