Shadowlight | T1x02: Caos


T1x02 - Caos
Maxwell Keller no estaba de humor. Quizá habían sido los acontecimientos de los últimos días, las reuniones, las llamadas de madrugada o la sensación de peligro que le inundaba desde que se había enterado de lo de la bomba. Aquel maldito discurso de lavado de cara le estaba crispando hasta límites insospechados. Apretó con fuerza la pelotita que usaba para liberar su estrés y la hizo rebotar con fuerza contra la pared.

Llamó a su asesor de prensa y mantuvo con él una seria reunión de una hora. Después llamó al general Cornwell, líder de sus tropas y trató de asegurarse de que todo iría bien.

- No estoy nervioso pero, desde luego, no me gustaría que una de esas bombas estallara en pleno discurso. - le dijo al general en tono tajante.
- Desde luego, señor. Nosotros estamos de acuerdo en que esto debe controlarse. El incidente de ayer ha sido un caso aislado. Además ya tenemos a unos cuantos sospechosos en nuestras instalaciones y tratamos de que nos informen de todo lo que saben. - el general esbozó una sardónica sonrisa.
- Me consta lo persuasivo que puede llegar a ser cuando se lo propone, general. - replicó Keller - Pese a todo, espero que no haya problemas o será el máximo responsable de cualquier incidente.

El general se puso más firme de lo que solía estar y tragó saliva. Había algo en la mirada de Keller que le ponía los pelos de puntos, una seguridad y una firmeza que dejaban claro que con un chasqueo de dedos podría partirte por la mitad. Sacudió la cabeza afirmativamente.

- Confío en un usted, general. No me gustan las decepciones. - declaró el presidente, acto seguido se enfrascó en un informe que tenía sobre la mesa - Puede retirarse.

El general le hizo el saludo protocolario y salió de la habitación rápido como si le llevase el diablo.

***

Aquella misma mañana el despliegue en la Plaza Central de Oakville era impresionante. Un enorme escenario repleto de focos, un espacio para cámaras de televisión y, delante de ellos, impenetrables como un muro, miles de Ángeles Exterminadores haciendo de barrera entre el escenario y la población.

Aunque aún no había empezado el discurso muchos se habían acercado a curiosear o a coger sitio para ver lo más cerca posible al presidente.
A las doce en punto, hora en la que estaba previsto empezar con la agenda, ya se había reunido una buena parte de la población de la ciudad, dando una sensación de lleno absoluto. Las cámaras se encargaron de dar buena cuenta de la concurrencia y en unos pocos minutos el asesor de prensa dio paso al presidente.

Maxwell Keller hacía gala de una presencia absoluta que llenaba todo el enorme escenario. Sus ojos negros estaban brillantes y más profundos que nunca y las estilistas habían decidido peinarle con un toque semi informal que le hacía parecer más cercano. 

A un escaso metro estaba el guardaespaldas del presidente, Derek Moore, quien se había ganado el respeto y la total confianza de Keller a base de llevarse balazos en los últimos años. El tenerlo cerca era una de las cosas que le hacían estar más tranquilo y además, el guardaespaldas disfrutaba de un buen sueldo y unos cuantos beneficios especiales gracias a su relación cercana al presidente.

La gente estaba espectante. Keller quería tranquilizar a la población con aquel discurso que alguien había aconsejado en las últimas semanas. 

- Estimado pueblo, todos sabemos que las cosas están un tanto revueltas este año. Al parecer, una gran parte de la población considera injusta la aprobación de nuestras últimas leyes y yo quiero aseguraros, es más, quiero garantizar que estas leyes han sido revisadas personalmente por mí y meditadas rigurosamente antes de anunciarlas. - Keller hizo una pausa, la audiencia estaba atenta como nunca - No es grato para mi haber tenido que aprobar la "Ley Gaddor" y, desde luego, no queremos hacer sentir inferiores a ciertos sectores de la  población, sin embargo, dada la importancia de los "objetos de inestabilidad especial" hemos considerado determinante tener que responsabilizar con mayor carga fiscal a sus poseedores debido a la responsabilidad física y jurídica que supondría su funcionamiento anormal. Así queremos evitar y garantizar cualquier tipo de cobertura social derivada el mal uso de los mismos.
Algunas personas arrancaron con tímidos aplausos que, poco a poco, hicieron resonar toda la plaza como si el total de población estuviese conforme.
Durante quince minutos más Keller siguió hablando de las últimas mejoras en los planes de educación, en los de inserción laboral y en lo avanzados que estaban los campos de investigación bacteriológica y de la recuperación de ciertas zonas del planeta gracias a dichos avances. El público rompía en vítores con cada punto destacado para regocijo del presidente.
- Y por último, - anunció Maxwell agarrándose al atril que tenía frente a él - quiero comentar una nueva modificación en el "plan de contingencia contra la contaminación genética". A partir de ahora, será obligatorio informar al médico de zona si sospechan que ustedes o algún miembro de su familia están aquejados de alguna contaminación. Deben declarar los síntomas para que podamos tratarlos. Esta modificación se hace efectiva desde este mismo momento y aquellas personas que sean declaradas "contaminadas genéticamente" y no hayan informado serán penadas con tres meses de prisión. Es una medida drástica, lo sé, pero es por el bienestar común y para frenar cualquier tipo de contagio. - el murmullo de queja, sorpresa y temor se hizo eco por toda la plaza - Eso es todo, gracias por atenderme. Fuerza, valor y hermandad.
Empezaron los aplausos y Maxwell se marchó del escenario saludando y sonriendo. Nuevamente, se había salido con la suya y nadie lo había impedido. El mundo a sus pies, doblegado con eufemismos y puño de hierro.

***

Una hora después, Maxwell y Derek charlaban de cosas sin importancia en la limusina negra del Presidente cuando, sin esperarlo, una enorme explosión hizo que el coche se levantase del suelo y volcase entre un ruido ensordecedor de hierros, humos y gritos de confusión. 

Alarmas de comercios y ruido de cristales rotos, gritos de transeúntes y sorprendidos vecinos hicieron acompañamiento al resto de sonidos.

***

- Parece ser que el Presidente Maxwell Keller ha sufrido heridas de diversa consideración. Su estado es muy crítico y se teme que puede fallecer en próximas horas. La Nación entera está desolada y miles de ciudadanos se agolpan frente a las puertas del Hospital Principal de Oakville, donde el presidente está luchando por su vida. Noticias desoladoras para una jornada en la que las noticias sobre el "plan de contingencia contra la contaminación genética" han hecho de los centros médicos un hervidero de visitas...

Era la noticia que aquella tarde y noche daban los medios oficiales tanto en televisón como en prensa escrita. Aunque los medios no oficiales contaban que Keller, realmente, había fallecido en la explosión y que, en realidad, era su guardaespaldas el que estaba en el Hospital pero que los Cancilleres habían dejado que una noticia más esperanzadora les diese tiempo a solucionar aquel desastre.

En aquel momento reinaba el Caos.

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