Noche de Halloween

Aquella tarde había sido rara. Eran ya las diez y media de la noche y tenía que prepararse para la fiesta. July estaba cansada, todo el día había sido un vaivén de clientes con compras de última hora para sus fiestas. No le gustaba estar allí pero, al menos, le pagaban. Lo que más rabia le daba era estar todo el día rodeada de artículos de fiesta pero sin tiempo o ganas de ir a ninguna. Aunque, esta noche, había decidido ir, sería en casa de Mike y eso no podía perdérselo.

July había estado enamorada de él desde el parvulario, entonces habían sido novios, como se es a esas edades: un golpe, un lanzarte tierra a los ojos y ya todos saben que estáis saliendo hasta la hora de la siesta.
Tenía preparado su disfraz en la trastienda. En cuanto terminase de hacer caja y barrer si iría corriendo en pos de Mike, con la esperanza en que abriese los ojos y se diese cuenta de que eran el uno para el otro.

Estaba colocando unas cuantas cosas en las estanterías cuando, sin previo aviso, alguien golpeó la puerta de la entrada. Le dio un vuelco el corazón que casi se le sale por la boca. Tuvo que respirar un momento antes de descubrir que había un chico en la puerta con una máscara de calabaza.

- Está cerrado – indicó July en un gritó medio ahogado, aún no se había repuesto de la impresión.

El tipo siguió en pie, frente a la puerta.

- Lo siento, no puedo atenderle, hemos cerrado. –insistió ella.

La calabaza se arqueó de hombros y dio media vuelta, volviendo sobre sus pasos.

- Putos chalados. – musitó July a quien todavía le saltaba el corazón dentro del pecho.

Un minuto después, apagó las luces y decidió ir a la trastienda. Estaba terminando de disfrazarse cuando de nuevo llamaron insistentemente a la puerta de la entrada. Otra vez, en pie, golpeando la puerta, estaba el tipo vestido de calabaza.

- ¡Lárgate de aquí, maldito tarado! – chilló July – Te he dicho que estamos cerrados, lárgate o llamaré a la policía.

El tipo salió corriendo. July suspiró. Odiaba Halloween, sacaba lo peor de las personas, como la maldita Navidad.

Cogió las llaves que tenía en el mostrador y su bolso y, de pronto, sonó el teléfono:

- ¿Diga? – preguntó, cansada

- ¿Truco o trato? – dijo una voz masculina, al otro lado del hilo telefónico.

- ¿No eres un poco mayor para gastar bromas por teléfono? – July había estado recibiendo llamadas así toda la tarde, lo dicho, Halloween apestaba.

Colgó el teléfono y se decidió a salir, cuando, de pronto, el tipo vestido de calabaza se volvió a plantar frente a la puerta. July estaba empezando a ponerse histérica, parecía que un loco la había tomado con ella. Estaba harta, iba a llamar a la policía.

Descolgó el teléfono sin perder de vista al tipo de la calabaza que no hacía más que golpear la puerta. El teléfono no dio señal, habían cortado la línea. July rebuscó en la tienda algún objeto que pudiese utilizar como arma…pero todo era de plástico excepto el bate de béisbol que el señor Lipniky, el dueño, guardaba bajo el mostrador.

El tipo de vestido de calabaza volvió a golpear insistentemente los cristales y hacer aspavientos con las manos. July, de los nervios, empezó a llorar mientras temblaba con el bate en la mano.

- ¡Lárgate! ¡Vete de aquí! – chilló, desesperada.

El tío le gritó algo, pero entre el disfraz de calabaza y la puerta con refuerzo blindado no le escuchaba nada.

- ¡Vete de una vez!

Y, de pronto, se le encendió la bombilla: su móvil. Joder, lo tenía en el bolso, llamaría a la policía y santas pascuas. Comenzó a rebuscar en busca del teléfono, sacó un pintalabios, la cartela, el rimel, ¿dónde demonios estaba? El tío golpeaba más fuerte la puerta.

July no sabía qué hacer…quizá se le había caído en el almacén cuando se estaba disfrazando...a saber dónde estaba le móvil. Se giró para buscarlo y, de pronto, todo tenía sentido.

Detrás de ella, había un tipo vestido de negro, llevaba una máscara de gorila, en una mano tenía su móvil y en la otra un cuchillo. El tipo de la puerta, vestido de calabaza, intentaba tirar la puerta a patadas. July se quedó paralizada, no sabía si podía correr y, de pronto, sintió el frío del cuchillo abriéndose paso a través de su estómago. El mono la miró ladeando la cabeza, con aquella inamovible sonrisa de la máscara, dando aún más frialdad al asunto.

July intentó taponar la herida con sus manos pero la sangre salía a borbotones. Se quedó tendida en el suelo. El tipo vestido de calabaza salió corriendo dejándola allí tendida. Al cabo de un rato, su respiración se había reducido, tenía sueño y mientras se lanzaba hacia los brazos de Morfeo escuchó unas extrañas sirenas.

La policía cercó la zona e interrogó a Mike. Estaba destrozado, sostenía su careta de calabaza bajo el brazo mientras trataba de mantenerse en pie. Explicó a la policía que había venido a buscar a su amiga para acompañarla a su fiesta, ella no le reconoció y a el le pareció gracioso esperarla en el parque para darle una sorpresa, mientras esperaba, vio a un tipo meterse por la puerta de atrás, intetó avisarla pero ella pensaba que él era un cliente pesado y es puso nerviosa, luego intentó sorprender al tipo por la puerta de atrás y vio que la había cerrado, con lo que July estaba encerrada en la tienda, así que trató de avisarla para que abriese la puerta principal pero el tipo la estaba acechando y finalmente la apuñaló.

La policía decía que estar eran unas fechas muy puñeteras y que iba a ser muy difícil averiguar quien era el tipo que había hecho aquello ya que, la gente, aprovechaba las fiestas para disfrazarse y cometer delitos impunemente. Le dieron el pésame a Mike y este se quedó triste mientras metían el cuerpo de July en la ambulancia, todo era muy extraño, como en un sueño, solo que era real.

FIN

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