El ladrón de tiempo

Desde el principio no me dio buena espina el callejón. Esta pensando en mis cosas y me giré sobre él por inercia, totalmente ensimismada.

De la nada, como si fuese una espectro maligno surgió ante mi esa persona, o personaje, ese malnacido que quizá no debí conocer jamás.

Su aspecto era nauseabundo, su ropa estaba sucia y ajada y tenía un aspecto sumamente peligroso. La cara surcada por sudor y la barba de dos días le daban un aspecto amenazador. Llevaba guantes y un sombrero que no me dejaban ver claramente su expresión.
Se notaba la tensión en su cuerpo y eso me hizo ponerme a la defensiva. Mis músculos se tensaron sumamente, mi corazón empezó a retumbar en mi pecho, lanzando sangre a todas las partes de mi cuerpo para responder a cualquier tipo de agresión, los puños se me cerraron, tratando de adelantarse a algún tipo de golpe, mi mente chillaba para que mis piernas se pusiesen a correr, pero se quedaron plantadas contra el suelo como las raíces de un árbol centenario.

- Dame tu reloj - apremió, amenazándome con un cuchillo de dudosa procedencia - Y tu cartera.

Por lo visto, quería todo lo que llevaba encima de valor. Mi cuerpo quería sacar todo de los bolsillo y que aquello pasase, mi mente chillaba todavía más, advirtiéndome que saliese corriendo lo más lejos posible de allí. Mis manos no me respondían y no era capaz de reaccionar y darle mis pertenencias. El individuo se puso más nervioso y me apremió con unos movimientos punzantes del cuchillo.

Quise decir algo pero la boca se me quedó completamente seca y pastosa y no era capaz de reaccionar. El individuo perdió por completo la paciencia. Le vi mover la mano con un destello a la luz de una farola de la calle principal...mis brazos se tensaron, mis ojos se abrieron expectantes y asombrados y sentí un punzante calor en el costado.

Mis piernas dejaron de sostenerme, caí contra el suelo, frío y sucio, notando como la sangre caliente bajaba por mi cuerpo y se iba enfriando. Mi cuerpo sufrió algunas convulsiones y, finalmente, algún golpe fuerte, cuando el individuo me sacó el reloj y luego rebuscó en mi bolso en busca del resto de mis bienes. Satisfecho, rió con una carcajada corta y áspera y se largó.

Se llevó mi cartera, mi móvil y mi reloj. Pero lo que era peor, se llevó mi vida. Cerré los ojos con el último pensamiento de que había sido víctima de un ladrón de tiempo.

FIN

Publicar un comentario

0 Comentarios